“La hakama nos incita a reflexionar sobre la verdadera naturaleza del Aikido. Vestirla simboliza las tradiciones que han llegado hasta nosotros transmitidas de generación en generación. El Aikido nace del espíritu de bushido de Japón, y en nuestra práctica debemos esforzarnos a pulir las siete virtudes tradicionales.” – O – Sensei

Las sietes virtudes tradicionales del Aikido está simbolizadas en los siete pliegues de la Hakama. Según el testimonio de Mitsugi Saotome Sensei (Los principios del Aikido) para O Sensei, estas virtudes eran: jin (benevolencia), gi (honor o justicia), rei (cortesía y etiqueta), chi (sabiduría, inteligencia), shin (sinceridad), chu (lealtad), y koh (piedad).

Según la interpretación tradicional del Budo los conceptos de Chi y Koh se veían reemplazados por Yuki (coraje, valor) y meiyo (honor, dignidad y prestigio). A su vez en la tradición Zen los pliegues también son interpretados como los Cinco Elementos (Agua, Tierra, Fuego, Viento, Vacío) más Yin y Yang.

O Sensei daba una gran importancia al uso de la Hakama y requería que todos sus alumnos (independientemente de su edad o grado) la vistieran ya que consideraba el dogi (o pantalones de entrenamiento) como ropa interior.

Saotome Sensei relata una anécdota al respecto:

“Recuerdo con claridad el día que olvidé mi hakama. Estaba preparándome para entrar en el tatami, visitiendo sólo mi dogi, cuando O Sensei me detuvo. “¿Dónde esta tu hakama?” Preguntó severamente. “¿Qué te hace pensar que puedes recibir la instrucción de tu profesor vistiendo únicamente tu ropa interior? ¿Es que no tienes sentido de la decencia? Obviamente te falta la actitud y la etiqueta necesaria en alguien que persigue el entrenamiento del budo. ¡Siéntate y observa la clase!”

Para O Sensei, la hakama representaba la tradición de la que había nacido el Aikido y llevarla era una señal de respeto a los antepasados y al espíritu mismo del Budo.

Durante el periodo que siguió a la Segunda Guerra Mundial, debido a la pobreza y la extrema dificultad de adquirir o confeccionar una hakama propia, se liberó a aquellos que no tuvieran el grado de Shodan de tener que llevar hakama. Llevar la hakama, en este caso, era una obligación de respeto de los Shodan hacia la tradición del Budo en vez de una señal de rango o jerarquía tal como se interpreta actualmente en algunos dojos.

Todos los que han practicado alguna vez Aikido son conscientes de la importancia simbólica de la hakama dentro de los rituales asociados el Aikido. El momento de ponerse la hakama marca para muchos el inicio del entrenamiento y supone un frontera invisible entre el mundo del Aikido y la cotidianidad. Por otra parte, el momento de doblar la hakama es un espacio para la meditación y la reflexión sobre el entrenamiento y las virtudes tradicionales del Budo.

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